Carta Abierta a Manolo…

Juan Camilo Reyes Moreno
4 min readMar 29, 2017

Las personas “comunes”, suelen vivir vidas “comunes”, en las que muy pocas veces se detienen a pensar en como estas vidas “comunes” se entrelazan con las vidas “comunes” de otras personas “comunes”…

Herasto y Manolo en 1988 en Darién

Estimado Manolo…

Te escribo esta nota ahora… Mientras puedas leerla. Tal vez muchas de las cosas que hoy escribo ya las conoces, otras tal vez no, pero todas estas palabras representan las cosas que indirectamente hiciste por mi.

Hace 25 años decidí, estudiar periodismo y cargar con la trillada frase que he escuchado en distintas versiones e infinitas veces después de haber tomado esta decisión, “vas a estudiar la misma vaina que tu papá”. La realidad es que la persona que impulso internamente esa decisión fuiste tu, Manolo y no Herasto (mi padre).

En aquel momento fuiste la imagen, de lo que representaba el periodismo para mi, eran tiempos difíciles, tiempos en los que Panamá estaba sumida en una dictadura, que mantenía un cerco incisivo a la libertad de expresión, tiempos donde ejercer el periodismo era una labor peligrosa.

He tratado de recordar la primera vez que nos conocimos, se que debió haber sido alrededor de 1986, si mi memoria no juega conmigo, fue en el Mc Donalds del dorado en la última fiesta que asistí para los hijos de los asociados de La Prensa yo tendría 12 años. Lo que vendría despues serían una serie de interacciones en las que contribuiste a formar a la persona que hoy soy.

UNO…

A Finales 1988, llevábamos un par de años con La Prensa cerrada y tu y Herasto estaban sin trabajo, de alguna forma se había conseguido salir adelante, recuerdo que ese año Herasto te invito a hacer con el unos reportajes para ANCON en Darién, recuerdo como se prepararon para el viaje, Herasto hasta unas botas y una mochila de las que desechaba el “US ARMY” compro en el “terraplen”, vi el entusiasmo con el que ambos afrontaron este proyecto que era en si mismo una pequeña gran aventura y me permití empezar a creer en, que eso era lo que yo quería ser cuando creciera.

DOS…

Un año después 1989, vendría la invasión de Panamá, la noche del 19 de diciembre, el teléfono de la casa, mantuvo una actividad inusual, desde las 8 de la noche, por distintas vías llegaría a la información, de que algo estaba por ocurrir, una de esas llamadas fue tuya, para confirmarle a Herasto que los Gringos estaban por invadir Panamá. Las preocupaciones que mi padre debio vivir en ese momento y las horas posteriores se orientaron hacia dos personas Dilia (su hermana) que vivía en el área revertida y en tí. La tarde del 20 de diciembre sería una de las dos veces en la vida en la que yo le ganaría a Herasto una partida de Ajedrez, recuerdo a mi padre externarle la preocupación a madre, por no tener noticias de ti, y decirle que tu no te podías estar quieto y que saldrías a ver y contar lo que estaba pasando. Yo tambien quería salir a ver y contar lo que estaba pasando… Las puertas de mi casa se cerraron con llave, para que yo no saliera.

TRES…

Diez años después en 1999, la vida y los hechos que vienen amarrados a ella, me daría de la mano de la tuya otra, importante enseñanza. Ese año saliste de La Prensa, en una situación que nunca hemos tenido la oportunidad de platicar y que en su momento yo recrimine duramente a mi padre por no hacer algo por apoyarte. Cuatro veces en la vida lo vi triste, cuando murió su padre, cuando murió Cruz Zambrano (un amigo de el), cuando murió mi madre y cuando tubo que responderme sobre este cuestionamiento, su respuesta fue que el había hecho todo lo posible por buscar una solución al problema y que uno no dejaba de ser amigo de las personas cuando las mismas se equivocaban. No se si el que se equivoco fue él o tu, yo ya no quise seguir cuestionando. Ese día entendí la diferencia entre compañero y amigo. Entendí que la verdadera amistad nunca se pone a prueba, que habrá valles y colinas en el camino, pero que siempre, aunque exista distancia, se camina juntos.

CUATRO…

El 27 de octubre del 2005, a las 4:47 de la mañana, mientras todos en el cuarto descansaban, yo había decidido estar allí despierto y acompañarle. Ser testigo de ese momento en el que una vida se apaga, es difícil, más si la vida que termina es la de una de las personas que te la dio a ti. Una hora después despertaría a Tania y a mi tía Nelva… Tu fuiste la primera persona que no eras parte de su familia en llegar al hospital (despues sabría que habias estado allí todos los días, visitándole), todavía no le sacaban del cuarto, verte llorar junto a su cuerpo y despedirte de el, me enseño que los verdaderos amigos son para siempre, sin importar lo que pase en el camino.

Hoy cumples 58 años, son 16 años los que nos separan, parecen pocos, pero fueron suficientes para que tu vida y la relación de amistad que tuviste con mi padre fuesen en muchos aspectos, un ejemplo a seguir. Vivimos vidas sencillas y hacemos cosas simples, pero cada una de nuestras acciones seguro deja huellas en las vidas de quienes conocemos.

Un fuerte abrazo…

Juan Camilo

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Juan Camilo Reyes Moreno

Writer • Journalist • Marketing & Social Comm Specialist